De Curar a Dar: Cómo el autocuidado allanó el camino hacia una vida plena

«El propósito de la vida no es ser feliz. Es ser útil, ser honorable, ser compasivo, que haya alguna diferencia en que hayas vivido y vivido bien.»

– Ralph Waldo Emerson

Muchos de los que llegamos a los cuarenta podemos mirar atrás y ver las semillas de los sueños que albergábamos en nuestra juventud.

Quizá tú, como muchos, imaginaste un futuro lleno de rodillas raspadas, cuentos antes de dormir y el amor incondicional que conlleva criar a un hijo.

Tal vez presenciar cómo un hermano se convertía en padre a los veinte años alimentó aún más ese deseo de una conexión profunda propia.

Sin embargo, la vida rara vez se desarrolla exactamente como se había planeado.

Tus últimos años de adolescencia y los primeros de la veintena pueden haber sido una época de lucha: una batalla contra un comportamiento autodestructivo o un trastorno alimentario, por ejemplo.

Echando la vista atrás, podrías reconocer una versión más joven de ti mismo, luchando contra la duda y un sentido distorsionado de la autoestima. ¿Cómo podrías, en ese estado, contemplar siquiera la posibilidad de alimentar otra vida?

Entonces, tal vez, llegó un momento crucial.

Abrazar a un sobrino o sobrina, el calor de su pequeño cuerpo contra el tuyo, la inocente confianza de sus ojos… abre un espacio dentro de ti.

Este amor y esta protección abrumadores contrastaban fuertemente con la confusión que estabas experimentando.

Este momento se convirtió en un punto de inflexión.

Solidificó tu deseo de ser madre, pero aún más importante, encendió una feroz determinación de curarte.

Abrazaste la terapia, profundizaste en las prácticas de autocuidado y te embarcaste en un viaje de autodescubrimiento. «Giving Is Living» se convirtió en tu mantra.

Esta filosofía trasciende el acto concreto de criar a los hijos.

Es un enfoque universal de la vida que se aplica en cualquier etapa.

Al dar -de tu tiempo, energía y amor- a ti mismo, a tus seres queridos y a tus comunidades, allanas el camino hacia una existencia más rica y satisfactoria.

Se trata de alimentar no sólo a los demás, sino también el potencial que reside dentro de cada uno de nosotros.

A partir de los cuarenta, el autocuidado es aún más importante.

Reaviva viejas pasiones, explora nuevas aficiones y da prioridad a las actividades que te aporten alegría.

Invierte en tu bienestar físico y mental: los hábitos saludables y las prácticas de atención plena pueden crear los cimientos de una vida vibrante.

Luego, extiende esa entrega hacia fuera.

Ofrece voluntariamente tu tiempo y tus habilidades a una causa que te interese.

Vuelve a conectar con viejos amigos o únete a nuevos círculos sociales. Ofrece apoyo y orientación a las generaciones más jóvenes.

Recuerda que el camino hacia una vida plena suele empezar por devolvernos a nosotros mismos.

Es a través de este acto de dar como empezamos realmente a vivir una vida enriquecida por el propósito y la conexión, tanto si nos convertimos en padres como si no.

Ralph Waldo Emerson nos recuerda: «El propósito de la vida no es ser feliz. Es ser útil, ser honorable, ser compasivo, que haya alguna diferencia en que hayas vivido y vivido bien.»

Al adoptar «Giving Is Living» como principio básico, todos podemos contribuir a un mundo más significativo, independientemente del camino que elijamos.